QUILLS, LA LEYENDA DEL MARQUÉS DE SADE


DIRECCIÓN: Philip Kaufman
GUIÓN: Doug Wright (basado en su propia obra teatral)
AÑO: 2000
B.S.O: Stephen Warbeck
REPARTO: Geoffrey Rush (Marqués De Sade), Kate Winslet (Madeleine), Joaquin Phoenix (Abad de Coulmier), Michael Caine (Dr. Royer-Collard), Amelia Warner (Simone), Jane Menelaus (Renee Pelagie), Stephen Moyer (Prouix)  

“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él” (La conjura de los necios, J.K. Toole)


“Queridísimo lector tengo un picante relato que contaros, arrancado de las páginas de la historia, emperifollado y verídico, aunque os garantizo que estimulará vuestros sentidos...” 

A través de estas palabras pronunciadas por el propio Marqués De Sade, nos adentramos en un auténtico derroche de erotismo y perversión que sin caer en sentimentalismos baratos, llega a convertirse en una emotiva a la par que estimulante historia de amor prohibido y locura en la cual se abordan cuestiones tan escabrosas como la corrupción del espíritu, la religión o el manido tema de una sociedad de doble moral, donde pocos son lo que aparentan. Calificada por todo ello de violenta, blasfema o pornográfica, entre otras lindezas, este hecho no le impidió obtener distintos premios y ser nominada por triple partida para los ínclitos Oscar.

A pesar de que los últimos días del Marqués De Sade recreados en Quills son una completa ficción, muchos de los elementos que forman parte del guión, están basados en hechos reales provenientes de su portentosa imaginación, fundiendo exuberantes imágenes de sórdida belleza y amor libidinoso.
Considerado una suerte de Anticristo, este provocador y brillante nihilista, ideólogo del término sadismo, nos muestra cómo se puede escandalizar y conmover a la vez con la sola ayuda de una pluma, que resultando más efectiva que cualquier espada, es utilizada como defensa de un derecho congénito a la creación, no para oponerse a la censura, sino como acicate de ciertos límites. De hecho, fue perseguido durante toda su existencia y encarcelado veintisiete años, por el único delito de escribir acerca del lado oscuro del ser humano y despertar sus más ignotos instintos.

Así pues, se despliega ante nuestros ojos un violento y obsceno mundo, surgido de la sibilina y revolucionaria mente de un ser tan depravado como fascinante, cuya imaginación es utilizada a modo de látigo para fustigar hipócritas o tiranos.


“Queridísimo lector, ahora os dejo con un relato redactado por la Reina Asesina, aquella que encontró la libertad, en el lugar más inverosímil: en el fondo de un tintero, en la punta de una pluma, en el teclado de un PC... No obstante, os advierto, su trama está empapada en sangre, sus personajes son depravados, y sus temas malsanos hasta en sus mejores momentos. Adelante, ¿quién se atreve?”


SINOPSIS:
Finales del siglo XVIII. Tras la sangrienta Revolución Francesa, el Marqués De Sade, proscrito por Napoleón, es internado en el sanatorio Charenton, lugar regido por un singular abad atormentado por más de una tentación. Allí, el Marqués se las ingenia para continuar publicando sus infames opúsculos, hecho que enfurece de tal modo a Napoleón, que decide enviar a un doctor, célebre por sus violentos métodos de “rehabilitación”, para que cure la supuesta locura del desdichado Marqués. Paradojicamente, el indómito carácter de éste, se hace todavía más fuerte, aunque la intrusión del susodicho doctor, más sádico si cabe que el propio ideólogo del término, convierte el armonioso y apacible sanatorio, en un lugar siniestro y sobrecogedor. La acción va in crescendo hasta darse de bruces con el fulminante e inaudito final, incapaz de dejar al más exigente espectador indiferente.

 

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES:
Sade estuvo encarcelado durante los últimos días de la Revolución Francesa, coincidiendo con compañeros de celda como Choderlos de Laclos, autor de Las amistades peligrosas. Sería precisamente desde su celda donde presenciaría la decapitación de María Antonieta y donde escribiría su mejor y más cruento trabajo, 120 días de Sodoma (escrito en la Bastilla antes de la Revolución, no en Charenton). Asimismo, su novela Justine, se publicó trece años antes de su reclusión en Charenton, siendo a su muerte conocido como “el autor de la infame novela Justine”, la cual aunque prohibida, circularía clandestinamente durante todo el siglo XIX y mitad del XX, influyendo a diferentes novelistas y poetas.


En sus memorias, Napoleón Bonaparte menciona que “había hojeado el más abominable libro que la imaginación más depravada pudiera concebir; una novela que revolucionaba tanto la moral establecida que su autor había sido detenido”.


Kaufman, rodó películas como la adaptación de Milan Kundera La insoportable levedad del ser y Elegidos para la gloria, de Tom Wolfe, así como la historia de Henry Miller y Anaïs Nin, Henry y June (El diario íntimo de Anaïs Nin).

Geoffrey Rush, lograría además un premio de la Academia por su papel en la película Shine. Su esposa en la vida real, interpreta precisamente a la esposa de Sade. Asimismo, Michael Caine, obtuvo un Oscar por interpretar a otro doctor (éste mucho más benevolente), en Las normas de la Casa de la Sidra.


Antes de decidirse por Joaquin Phoenix, se consideró a Hugh Jackman, Jude Law, Guy Pearce o Billy Crudup para el papel. Sin embargo, fue Kate Winslet la que recomendó a Phoenix, quien utilizó como modelo a Montgomery Clift en Yo confieso (Alfred Hitchcock). Inclusive el mismísimo Ridley Scott trabajó con él en Gladiator.


La excelente B.S.O del compositor ganador de un Oscar por Shakespeare in Love, fue descrita como “macabra obra de arte con un adictivo y fascinante sonido”, así como un “placer hedonista que captura el espíritu de un incorregible y perverso genio”.

Los realizadores, encontraron en el museo médico de Filadelfia un grabado de 1811 donde aparecía una silla conocida irónicamente como "silla sedante de Rush", la cual se suponía que ayudaba a sanar la locura.


A diferencia del apuesto Phoenix, el verdadero abad de Coulmier era un enano jorobado.

Durante todo el metraje, el Marqués tararea una canción infantil francesa denominada Au Claire de la Lune, de Jean-Baptiste Lully, en una de cuyas líneas dice “préstame tu pluma para escribir una palabra”.


FRASES DE PELÍCULA:
- “Sus libros se vendían como rosquillas... hasta que empezaron a quemarlos.” (Madeleine)
- “Ese es el peligro de escribir una prosa tan incendiaria.” (Marqués De Sade)


“Algunas historias están en el papel y otras en la vida, sólo un idiota no ve la diferencia” (Madeleine)

“Los demonios del infierno fluyen en mi cabeza, mi única salvación es darles rienda suelta sobre el papel” (Marqués De Sade)

“¡Escribo involuntariamente, igual que late mi corazón! ¡Es mi constante erección!” (Marqués De Sade)

“Supongamos que uno de vuestros internos intentara caminar sobre el agua y se ahogara, ¿condenaríais la Biblia?” (Marqués De Sade)

“No hay malas palabras, sólo malas acciones” (Marqués De Sade)


“Me habéis robado el corazón... al igual que otro prominente órgano al sur del ecuador” (Marqués De Sade)

- “Llega un instante en la vida de una joven, en el que debe apartar los libros y aprender de la experiencia.” (Prouix, el arquitecto)
- “Eso, monsieur, requiere de un maestro.” (Simone)


“No soy tonta, una prisión sigue siendo una prisión, incluso con sedas chinas y lámparas de araña” (Simone)

“¿Preferís un libro a estar en mi compañía? No me extraña, sólo soy de carne y hueso, no puedo competir con eso, con la letra impresa, ¿eh?” (Royer-Collard)


“A las jóvenes doncellas del mundo, liberaos de la tiranía de la virtud y saboread sin vergüenza, los placeres de la carne, el poder masculino, reside en un puño cerrado, pero el poder de una mujer, reside en la cavidad de terciopelo que está entre sus muslos” (Marqués de Sade)


“Si no me viera como a una víbora en la ficción, diría que no podría ser tan buena en la vida” (Madeleine)

“No es más que una burda enciclopedia de perversiones” (Coulmier)

“Sólo es una ficción, no un tratado de moral” (Marqués De Sade)

MORALEJA:
Para conocer la virtud, debemos familiarizarnos con el vicio. Sólo entonces podremos conocer la verdadera medida de una persona. (Marqués De Sade). Así pues, mis queridos amigos, os invito a gozar de la vida “dejando, como gesto supremo, charcos de amor en las ánimas ajenas”.
- THE END -



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